East Coast
AVENTURA
Dunedin, fue mucho más que cuidar de una pequeña tribu de lo más ecléctica.
Durante esas dos semanas en la casa de mis sueños, no sólo pude pasar horas dibujando, escribiendo y yogando (sí, quiero convertirlo en un verbo) frente al océano, sino que también tuve la suerte de observar una fauna que probablemente nunca volveré a ver. Son este tipo de experiencias a las que no esperaba especialmente, pero que me confirman que valió la pena recoger todas mis cosas (una vez más) y marcharme.
Tendemos a tener una idea muy concreta y un poco fija de lo que significan el éxito y la estabilidad. Por un tiempo, necesitaba crear nuevas raíces, arraigarme en un lugar que había elegido y "asentarme" después de tanto andar.
Pero apenas dos años después de mi llegada a Valencia y sólo seis meses en el piso que pasé siete buscando, mi corazón me dijo que volviera a hacer mis maletas y me fuera al otro lado del mundo.
Es un poco paradójico, porque estaba a gusto en ese piso; pero mi instinto sabía que tenía algo más que vivir.
Ahora sé que ese algo más era esto:



Residir en una réplica de LA casa donde planeo pasar gran parte de mi vida creando, protegida tras grandes ventanales mientras puedo admirar la impetuosidad de las mareas. No, no en alquiler o endeudándome por veinticinco años, contrario a lo que estamos acostumbradxs y consideramos el camino a seguir; sino gratuitamente, cuidando y amando a pequeños seres peludos que ladran sólo de vez en cuando.
Recorrer playas salvajes en compañía de personas queridas que aman tanto la aventura como yo, atravesar juntxs las dunas salvajes para admirar a los leones marinos que se relajan en la arena y a veces se pelean (bueno, había uno que era realmente enorme así que cuando se movía, nos manteníamos a distancia).
Luego esperar pacientemente, pegadxs unxs a otrxs para protegernos del viento mientras escudriñamos la costa.
El viento era realmente glacial, Juliette quería regresar y yo dudaba en seguirla, pero antes, cerré los ojos. Créeme si quieres, pero me arraigué en el suelo, repetí "por favor" tres veces y, cuando abrí los ojos, fui la primera en ver su pequeño cuerpo surfeando fuera del agua. Se tomó su tiempo para cruzar la playa, pasando tranquilamente frente a los leones marinos (que, aunque dormidos, son algunos de sus principales depredadores), luego se secó en la duna antes de regresar a su nido en la montaña, donde lo esperaban sus compañeros. El pingüino ojigualdo (o yellow-eyed penguins, en inglés) es considerado el pingüino más raro del mundo y está en peligro de extinción.
Así que me puedes creer cuando te digo que lloraba como un bebé al tener el honor de ver esa pequeña familia de cuatro miembros con mis propios ojos.
Y el mismo día, a pocos kilómetros de distancia, levantar la cabeza y verme sobrevolada por una de las aves más grandes del mundo. El albatros real puede alcanzar los 3,50 metros de envergadura; y diría que alrededor de dos metros para aquellos que revoloteaban a mi alrededor. Dado que estoy obsesionada con la libertad, este espectáculo sólo podía exaltarme. ¿Sabías que los jóvenes albatros parten a explorar los océanos ocho meses después de nacer y no regresan hasta cuatro a ocho años después? Los viajes forman la juventud, te digo.
Así que me pregunto: ¿qué es realmente el éxito? Me cuesta despegar con mi negocio y aún no soy propietaria de una casa frente al océano. De acuerdo.
Sin embargo, me apaño para visitar lugares maravillosos, enriquecerme con experiencias cada vez más excepcionales, siempre tengo un techo (que a menudo es de ensueño) sobre mi cabeza, comida de calidad en mi estómago, puedo permitirme levantarme a las 8 am y hacer una hora de yoga y meditación antes de trabajar en proyectos que me apasionan, y estoy rodeada (en persona y a distancia) de personas que quiero y me quieren. Lo siento si no es muy convencional como éxito y estabilidad, pero mirando hacia atrás, ¡creo que lo he clavado!
Me tomó tiempo darme cuenta, pero ya tengo mi abundancia. Entonces, ¡gracias Vida!
Bueno, después de la partida de Juliette y de terminar nuestro house-sitting en Dunedin, emprendimos dos semanas de viaje soleado con la furgoneta.


Así que bordeamos el Pacífico para llegar a Oamaru, luego a Timaru. Allí, esperamos pacientemente al caer la noche para que tres pingüinos azules, también conocidos como pingüinos enanos, emergieran y cruzaran la arena húmeda para anidar entre las rocas y pasar la noche. Esta es la especie más pequeña de pingüinos y había muy poca luz, pero presenciar su breve desfile tambaleante fue otra experiencia inolvidable.
Luego continuamos nuestro camino hacia Christchurch, una ciudad con un aire británico, y exploramos la península de Akaroa antes de dirigirnos hacia Arthur's Path, el camino hacia la costa oeste. Pero eso será para otra historia.
☀︎ Mientras tanto, voy a escribir frente a la montaña. Gracias por leerme ☀︎

